14.4.08

Día #6 - Carmen, Miguel y Santiago





Calle Santa Fe, de Carmen Castillo (Chile, 2007, 163´)


Cuando una vez finalizado se hagan las crónicas de este Bafici el título debería ser "En Construcción". No sólo por la presencia de Guerín y su díptico En la ciudad de Sylvia y Unas fotos en la ciudad de Sylvia, sino por la proliferación de películas (y miradas) que (se) construyen durante el proceso de realización, sin la existencia de un a priori que las defina de antemano. Calle Santa Fe es otra muestra de esta saludable tendencia. La historia oficial cuenta que el 5 de octubre de 1974 un comando policial ingresó a la casa de Miguel Enríquez (secretario general del MIR, partido revolucionario perseguido por la dictadura) y su pareja, Carmen Castillo (la directora del film). Ella, embarazada, quedó gravemente herida, pero se curó después de algunas semanas de internación, para luego ser expulsada de Chile. Él murió. Carmen Castillo vuelve a esa casa desde el exilio buscando respuestas que nadie parece tener. Y parte de esa experiencia personal para (re)construir la historia de una generación y de un proyecto de país que empezó su lenta agonía con el bombardeo a la Moneda. Un par de escenas hacen de Calle Santa Fe un documental de visión imperiosa. Una, aquella en la que Carmen se reencuentra con el vecino que pidió la ambulancia que le salvó la vida, y donde se entera (en el mismo instante en que queda registrado) qué papel jugó Miguel durante la balacera. La otra, cuando cuenta a un joven activista que quiere adquirir la casa de la calle Santa Fe, y éste le responde que hay que restarle energía a las acciones individuales para ponerla en las colectivas. El documental toma otro rumbo, su realizadora toma otro rumbo, la historia toma otro rumbo, y el cine está ahí para registrarlo en ese preciso instante. Es cierto, al film se le pueden criticar algunas cosas, especialmente las continuas redundancias en las que cae por abusar de la voz en off y la música agregada sobre un material de archivo con suficiente peso propio como para necesitarla. Pero si pensamos que lo único que queda en Chile de la figura de Salvador Allende es un par de anteojos partidos, son detalles que podemos pasar por alto.

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