8.6.10

Anahí Berneri habla de "Por tu culpa", su tercer largometraje


-¿Cuándo, cómo y por qué surge la idea de contar una historia como la de Por tu culpa?

-La idea de Por tu culpa surge de una anécdota escuchada en una reunión entre amigos. Y si bien la historia que se cuenta en la película difiere mucho de la real, el relato angustioso de una madre acusada de golpear a uno de sus hijos quedó por años en mi memoria. Evidentemente me identifiqué por completo con el sentimiento de ser juzgada como madre. Vivo mi propia maternidad intentando encontrar el equilibrio justo de la cercanía con mis hijos. Pensando como dañarlos lo menos posible.


-Los temas que rondan durante toda la trama (la posibilidad de la violencia familiar, la descontención de los niños, la crisis de la maternidad en el caso de los profesionales con demasiadas presiones y trabajo, la estigmatización de la mujer, el lugar de los médicos y la policía) podían caer en la bajada de línea, en el subrayado, en la obviedad. Sin embargo, me parece que tanto desde el guión como desde la puesta en escena hay un cuidado por no cargar las tintas, por plantear contradicciones, ambigüedades, matices, por ser lo más sutil posible. Me gustaría me cuentes un poco las búsquedas, las ideas que tenías y luego cómo las llevaste a la pantalla desde la marcación, los encuadres y movimientos de cámara, y finalmente la edición.

-Desde el guión, la idea principal era poder hablar de estos temas, pero sin tratarlos como asuntos de otros. Los personajes de esta película no son marginales, de hecho ellos se ven a sí mismos con buenas intenciones a pesar de la violencia y el egoísmo que los rodea. Quería contar la historia de un accidente que pone al descubierto la oscuridad de esta familia para luego volverse nuevamente invisible en la rutina cotidiana. Creo que la elección de contarla en una sola noche también me ayudó a evitar el subrayado, a la vez que me permitió aumentar la tensión y alcanzar el nivel de verdad que la historia necesitaba. Desde el guión, el trabajo con Sergio Wolf evitó que la película se encerrara en una visión estrictamente femenina. Sin ser un trabajo autobiográfico, fue un guión escrito recurriendo a nuestras propias vivencias de padres. La película no intenta ser crítica, sino reflejo. Desde la puesta en escena, la decisión fue adoptar el punto de vista de Julieta (Erica Rivas), cerrándonos cada vez más sobre ella a medida que avanza el relato. Con el director de fotografía, Willy Behnish, trabajamos con las distancias focales y la cercanía del personaje a la lente para generar fueras de campo que se desvanecen y nos acercan a la subjetividad de Julieta. La idea de trabajar con cierto nivel de caos en el set me resulta muy seductora, porque creo que en el imprevisto aparece la verdad. En este caso, el trabajo con Zenón (de 2 años de edad) nos mantenía a todos en alerta continua. Para que la actuación de los chicos fuera genuina y posible, todos debíamos ser flexibles. Mover la cámara y las luces, siguiendo la voluntad del pequeño, pero sabiendo exactamente lo que buscábamos de cada escena para no desviarnos de nuestro camino. Por último, el montaje de Eliane Katz terminó dándole el ritmo de thriller doméstico, como me gusta clasificar a la película.


-¿Por qué elegiste a Erica Rivas como protagonista y cómo fue el trabajo con ella?

-Buscaba una actriz que tuviera una impronta muy física, que le interesara correr riesgos en la actuación (como el trabajo con niños tan pequeños) y -algo fundamental para mí- que fuera madre. Desde nuestro primer encuentro, Erica entendió la propuesta y la hizo suya. El trabajo previo tanto de mesa como el entrenamiento con los chicos fue muy extenso,de casi tres meses. Ya en el set, no sólo debía ocuparse de su actuación sino también de guiar a los niños dentro de la escena, quienes a su vez jugaban su propio juego. Muchas veces me veía obligada a hacer marcaciones durante la toma (sin cortar la cámara) y ella las incorporaba sin perder la concentración, algo realmente muy difícil.


-Los dos chicos hacen trabajos impresionantes y, además ,están mucho en pantalla y con una importancia muy fuerte en el desarrollo de la trama ¿Cómo fue el proceso? ¿Cómo lidiaste con el más pequeño de apenas dos años? Sé que tuviste la ayuda de la misma especialista que trabajó con Celina Murga en Una semana solos

-Trabajamos con la Maria Laura Berch en el casting, entrenamiento actoral de los chicos y, lo más importante, en la contención emocional de ellos y de quienes trabajamos con ellos. En la película hay muchas escenas dramáticas y comprometidas que tienen a los pequeños como protagonistas y que hubiesen sido imposibles sin la ayuda y el afecto de todo el equipo técnico, la participación de los padres y la enorme voluntad de los chicos. Desde el inicio del casting buscábamos hermanos en la vida real. Tratándose de una película que habla de la violencia, contar con la amorosa crueldad que siempre conlleva la hermandad era muy valioso. La brutalidad que uno descarga sobre el cuerpo del otro en la pantalla se transmite como verdad.
Por otro lado, el niño lastimado debía tener realmente dos años y no haber adquirido por completo el habla. Porque, por un lado, debía ser una víctima silenciosa y, por el otro, la metáfora de la incomunicación que viven los personajes. El trabajo fue distinto con cada uno de los chicos, por sus edades. Nicasio, con sus 9 años, se prestaba a mis marcaciones con la misma facilidad de un gran profesional, respetando el tono y el ritmo de cada escena. En cambio, con Zenón, a pesar de ser conciente de nuestro trabajo y de la cámara, las risas y llantos son reales. Él fue aprendiendo de qué se trataba este juego con el paso de los días. Todos nos emocionamos la primera vez que llamó “mamá” a Erica en escena o cuando aplaudía al cortar cámara.


-¿Crees que es tu película más madura y arriesgada? Te aclaro que yo sí lo creo.

-Creo que es mi película más genuina y la que se acerca más a la película que quería hacer. El mayor riesgo fue filmar un universo tan familiar.


-¿Qué expectativas tenés frente a este estreno internacional en Berlín?¿Crees que de alguna manera la Berlinale -que premió Un año sin amor cuando eras casi una desconocida- es un festival que apoya tu carrera y en el que te podés sentir un poco más cómoda a esta altura o los miedos son siempre los mismos?

-La experiencia de Un año sin amor en la Berlinale, cinco años atrás, fue maravillosa y la mejor carta de presentación que pude haber tenido. Siento que Berlín es un excelente lugar para hablar sobre “identidad”. Pero los miedos cada vez son más grandes, tal vez porque soy más conciente. Supongo que de eso se trata madurar.

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6.6.10

El director artístico del Bafici analiza al reciente ganador de la Palma de Oro


Reciente ganador de la Palma de Oro con Uncle Bonmee Who Can Recall His Past Lives, el director tailandés es uno de los pocos cineastas inventores, un artista ajeno a todo, inclasificable y, por eso, fascinante y misterioso.


En una de las cartas que intercambió con el cineasta y programador Mark Cousins, la actriz Tilda Swinton contaba que cuando vio Tropical Malady en el Festival de Cannes pensó que habían equivocado el orden de los rollos, saltó del asiento y empezó a buscar un responsable por los pasillos de la sala, para que enmendara el error.

Swinton recuerda el hecho con un ácido sentido del humor, casi no pudiendo creer lo poco que había entendido del cine de Apichatpong Weerasethakul, y su desconexión con la selva, a la define como “intoxicadora”, y apunta que “la película murmuraba a través del bosque”, y que recién después vio Blissfully Yours: “Mis recuerdos de esta película son muy nítidos y no sólo porque la ví hace poco sino porque recién entonces estaba lista para el bosque”.

Más allá de que Swinton emplee indistintamente “bosque” y “selva”, se lo podemos perdonar porque detecta un verbo fundamental: “murmurar”. Efectivamente, al murmurar, la selva de Apichatpong convierte a Apocalypsis Now y La selva esmeralda, o a ciertos films de Sam Fuller y Terrence Malick en ejercicios gramaticales, para quienes hay un solo verde y el espacio es apenas un decorado.

En el cine de Apichatpong no hay uno sino cientos de verdes, infinitas gamas de verde, y por entre ellas vamos avanzando, percibiendo no ya experiencias físicas como las que el cine siempre nos da cada vez que se mete dentro de esa fortaleza verde. Ya no se trata de experiencias meramente físicas, o sensoriales, sino de experiencias trascendentes, donde el bosque y la selva son capaces de producir un efecto liberador -como en Blissfully Yours- o bien alucinaciones o impactos hipnóticos -como ese tigre real e imaginario de Tropical Malady-, o ser el escenario donde se verifican las reencarnaciones, como en Uncle Bonmee Who Can Recall His Past Lives, en ese viaje final del tío, atravesado por un humor que ya asomaba en Syndromes and a Century más que en la parodia fallida The Adventures of Iron Pussy.

Decir que Apichatpong es el cine es una obviedad y no hay nada nuevo en esa afirmación, salvo por el hecho de que en el corazón de esa idea está la dimensión fantasmática que perfilan sus películas. Y el cine es un fantasma: una materialidad sin cuerpo, una verdad sin realidad. Inaprehensible y fascinante, Uncle Bonmee… es capaz de suscitar en el espectador lo que Ungaretti llamaba “el sentimiento del tiempo” a la vez que su abolición, obligándonos a preguntarnos si esas imágenes y sonidos tristes y repetidos, si esas manufacturas cansadas de sí mismas de verdad tienen algo que ver con el cine, si es cine lo que vemos regular, penosamente.

Es curioso, porque como suele suceder con los cineastas inventores, al ver sus películas se nos aparecen otras películas y poéticas pero cuando queremos relacionarlas, cuando pretendemos hablar de que hubo origen y continuación no lo logramos, porque el cine de AW siempre sale impecable, casi indiferente o ajeno a todo.

Estructuras bifurcadas que se interrumpen para dar paso a otras, fantasmas que se reúnen con los vivos, selvas donde todo es posible incluída una princesa poseída por un pez, familiares que dialogan con sus antepasados intercambiando o entrelazando mutuas memorias, personas que se convierten en animales, la comunidad deviene política y mística. Si es verdad aquello que decía Marguerite Duras, que el cine es lo que no conocemos, entonces las películas de Apichatpong nos dicen que cada intento por conocerlo está destinado al fracaso, pero aproximarnos a ese misterio es lo más cerca que podemos estar de él.


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23.5.10

Apichatpong Weerasethakul se llevó la Palma de Oro en el 63º Festival de Cannes



El genial director tailandés de Blissfully Yours, Tropical Malady y Syndromes and a Century recibió, a los 39 años, el máximo galardón de esta 63ª edición por Uncle Boonmee Who Can Recall His Past Lives. El jurado presidido por Tim Burton consagró como mejor director a Mathieu Amalric por Tournée; como mejor actriz a Juliette Binoche por Copie conforme; como mejores actores (ex aequo) a Javier Bardem (por Biutiful) y a Elio Germano (por La nostra vita); y como mejor guionista al coreano Lee Chang-dong (por Poetry).


PALMARES COMENTADO DE LA SECCIÓN OFICIAL

-PALMA DE ORO: Uncle Boonmee Who Can Recall His Past Lives, de Apichatpong Weerasethakul (Tailandia). Comentario: Tim Burton, Víctor Erice, Alberto Barbera y el resto del jurado se animaron a darle la Palma a la película más singular y arriesgada de toda la competencia oficial. Es la consagración definitiva de un director genial, estandarte de la cinefilia más extrema y apasionada. Uno de esos premios que quedarán en la historia.

-GRAN PREMIO DEL JURADO: Des Hommes et des Dieux, de Xavier Beauvois (Francia). Comentario: Otro gran acierto, una película rigurosa, profunda, impecable e implacable. También un espaldarazo para el director de El pequeño teniente.

-MEJOR DIRECTOR: Mathieu Amalric por Tournée (Francia). Comentario: Irreprochable. Más allá de sus altibajos, es una película libre, arriesgada, que demuestra que Amalric es, también, un gran talento detrás de cámara.

-MEJOR ACTOR: compartido por Javier Bardem por Biutiful, de Alejandro González Iñárritu (España-México), y Elio Germano, por La nostra vita (Italia), de Daniele Luchetti. Comentario: El premio que menos me gustó. Pero tanto Bardem como Germano son claramente lo mejor de dos películas muy menores. Calculo que habrá sido una "concesión" al resto del jurado.

-MEJOR ACTRIZ: Juliette Binoche, por Copie Conforme, de Abbas Kiarostami (Italia-Francia). Comentario: Binoche es, por lejos, lo mejor de esta incursión de Kiarostami en el cine europeo. Ella está radiante y brillante, como siempre.

-MEJOR GUIÓN: Lee Chang-Dong, por Poetry (Corea del Sur). Comentario: Para mí se quedaron corto con esta otra gema de la competencia. De todas maneras, el reconocimiento al guión del maestro coreano está muy bien.

-PREMIO DEL JURADO: Un homme qui crie, de Mahamat Saleh-Haroun (Chad). Comentario: El premio "políticamente correcto" del año, pero se trata de un película muy atendible, honesta, con valores artísticos más allá de su origen africano que la convierte en una rareza a exaltar.

Además, se entregaron dos premios más:

-CAMARA DE ORO: Año bisiesto, de Michael Rowe (México).

-PALMA DE ORO MEJOR CORTOMETRAJE: Chienne d'histoire, de Serge Avekidian (Francia).


PREMIOS OFICIALES DE UN CERTAIN REGARD

-Premio Un Certain Régard: Ha Ha Ha (Corea del Sur), de Hong Sang-soo.

-Premio del Jurado: Octubre (Perú), de Diego y Daniel Vega.

-Premio de Interpretación: Adela Sánchez, Eva Bianco y Victoria Raposo por Los labios (Argentina), de Iván Fund y Santiago Loza.


PREMIOS DE LA QUINCENA DE REALIZADORES

-Le quatro volte, del italiano Michelangelo Frammartino, obtuvo el lauro de Label Europa Cinemas.

-La francesa Pieds nus sur les limaces (Lily Sometimes es el título internacional), de la directora Fabienne Berthaud, consiguió el premio Art Cinema.

-El belga Olivier Masset-Depasse logró el de SACD por Illegal.


PREMIOS DE LA SEMANA DE LA CRITICA

-Grand Prix: Armadillo, de Janus Metuz (dotado de 5.000 euros de Cinepolis).

-OFAJ Very Young Critics Award (votado por estudiantes secundarios): Sound of Noise, de Ola Simonsson y Johannes Stjarne Nilsson.

-SACD Prize y ACID/CCAS Support award: Bi, Don’t Be Afraid!, de Phan Dang Di.


PREMIOS NO OFICIALES

-Premios FIPRESCI de la crítica internacional: Tournée, del francés Mathieu Amalric (competencia oficial); Pál Adrienn, de la húngara Agnes Kocsis (Un Certain Régard); y la gallega Todos vós sodes capitáns, de Oliver Laxe (Quincena de Realizadores).

-Premio SIGNIS (ecuménico): Des hommes et des dieux, de Xavier Beauvois (Francia). Mención: Another Year, de Mike Leigh (Gran Bretaña).

-Palma Queer: Kaboom, de Gregg Araki (EE.UU).

-Premios de la Juventud: Copie conforme, del iraní Abbas Kiarostami; y Les amours imaginaires, del canadiense Xavier Dolan.


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