5.8.08

A propósito de Una mujer partida en dos




Por primera vez voy a transcribir un intercambio de mails a raíz de una polémica que se generó con un oyente del programa (y amigo de la casa además), en virtud de la crítica despiadada que hice en el programa 72º sobre la última peli de Chabrol. Me parece interesante poner sobre el tapete una discusión -siempre amistosa- que jaquea nuestros roles de comunicadores, oyentes, espectadores, y agentes culturales. Quizás quede como una anécdota interna que no le importe casi a nadie, o quizás no. Eso no depende de mí, como tampoco dependía que se generara una polémica y un intercambio alrededor de una película que considero muy mala. El debate está planteado y abierto. Se escuchan opiniones.



El 4 de agosto al mediodía Juan escribe

Che, estoy escuchando el programa. Me pareció medio cualquiera tu crónica de Una mujer partida en dos.

No me parece mal que pienses lo que quieras, pero me chocó realmente, debería pensar bien por que me choca.....¿por qué tiene que haber una crítica? ¿quién dijo que Chabrol criticó algo?

Es como esperar que tu músico favorito haga siempre lo que esperás. Cuando hace algo que no esperás, te enoja. Lógico, ¿no?, bastante energía puesta en eso al pedo me parece.

La certeza con que dijiste todo me pareció muy facilista, criticar por criticar me pareció. Me hiciste acordar a un profesor de la facultad que parece que no tiene aceptación por que las cosas sean de la manera que el quiere.

Tal vez pienses que es defender lo infedendible. Pero más que la película en sí, me pareció preocupante como te desenvolviste para decir lo que pensabas.

La pelicula es un absurdo y ya, me parece.

A mí me gustó esperar con ansias una escena de sexo y que nunca se dé. Me gustó como iba bruscamente y desprolijamente de una escena a la otra. Me encantó la amiga del escritor, la putarraca esa. lo mejor de la pelicula sin dudas. La pelicula es muy predecible, muuuy, muy larga, muuuy. La ridiculez de los gestos de la madre cuando el hijo mata al escritor es un chiste, me pareció muy acertado. Porque no es una pelicula que quiera aparentar algo como vos decís. No quiere hacer una crítica a ninguna clase social. Lo toma simplemente como contexto para contar un absurdo.

La película no es buena. Yo simplemente desde lo perceptible, me entretuve un 65%. Que no creo que esté tan mal como vos decís.

El final es un chiste malo, y me parece buenísimo que sea así. Que vos te vayas disgustado.

En fin. A vos no te gustó la de Chabrol y a mí no me gustó tu crítica. La pelicula es lo de menos

Espero no te enoje lo que te digo. No es la intención.

Saludos



Respondo esa medianoche

Cuando se estrenó La dama de honor en Argentina (mediados de 2005) fui a verla al cine, al igual que los últimos 5 largometrajes de Chabrol. La historia se centra en un pibe de unos veintitantos que en el casamiento de su hermana se enamora de la mina que la acompaña al altar (la dama de honor del título); pero esta mina es una sacada y le pide una prueba de amor: matar a un desconocido. El pibe está tan enamorado que no puede pensar; la dama de honor está tan loca que se le ocurren delirios como ése; y en el entorno de los dos (gente de muy buena posición económica, como suele pasar en las pelis de Chabrol) todos son “sospechosos” de algo, ningún personaje parece “bueno” de entrada. La idea de Chabrol era mostrar que todos (especialmente la clase alta, pero todos) tenemos un muerto en el placard. La última escena de la película es, precisamente, alguien abriendo un placard y un muerto cayendo sobre la alfombra.Imaginate si la película se hubiera llamado “Un muerto en el placard”...

Nadie (pero nadie) se la habría tomado en serio. Diríamos que Chabrol se volvió loco, está senil, o está queriendo decir algo que no sabemos qué es, esa fórmula con la que a veces nos hacemos los entendidos, los que podemos leer lo que “los otros” no leen, cuando en realidad o no entendimos nada, o realmente no hay nada que entender.

Bueno, linkeá con Una mujer partida en dos y su calco de escena final. El agravante: el título. Y digo agravante por todo lo que está antes: el personaje de Benoit Magimel (oh casualidad: el enamorado en La dama de honor) erguido hasta el ridículo y vestido como para una fiesta de disfraces en cada una de las escenas; el viejo escritor depravado que se imagina a la pendeja en bolas gateando como un pavo real pero no le salen las palabras para traducirlas a texto (¡entonces la filmo!); los amigos del viejo, todos unos alcohólicos sin remedio (¿te fijaste que son más las escenas en las que hay alguna bebida que las que no?) que disfrutan sus últimos años de cordura mental enfiestándose pendejas; la pendeja que no tiene padre y que si se enamora de un viejo es porque busca un padre; el programa de televisión al que va el escritor –super berreta, porque “la televisión es mala y el cine es bueno”-; etc... Todo tiene un nivel de obviedad tan grande, tan inconmensurable, que genera desconcierto.

Chabrol plantea una película sin metáfora. Por ende, lineal. Aquello sobre lo cual no puede inferirse una idea que no sea exactamente lo que se ve en pantalla reduce el mundo y su posibilidad de análisis a la mínima expresión. Bien, aceptemos la decisión del director (otra no nos queda). Acá se abren varios caminos, y no son excluyentes (o sea que podemos elegir más de uno). El primero es la indignación. En ese me anoto. El segundo es pensar que Chabrol se está riendo de todo lo que muestra, que está haciendo una sátira. Ok, puede ser. Pero no alcanza con decir “es un absurdo y ya”... Es como si The Knife sacara un disco de un solo tema donde el mismo acorde suena de forma idéntica durante 70 minutos. Me parece lógico que nos preguntemos qué pasó. ¿Sátira de qué? ¿De la clase alta? ¿De la televisión? ¿Del mundillo literario? ¿Del cine? ¿De los jóvenes? No queda demasiado claro qué motiva ese supuesto absurdo, y es una película donde no hay espacio para “sugerir”. Más bien hay que “mostrar”. Entonces ese camino no lo agarro. El tercero es pensar que no hay más lecturas que las que vienen desde la pantalla. De mala gana, me anoto en este también. Y cuando una película ya viene con las preguntas respondidas, y la guía para entenderlo todo, me pongo muy molesto.

Vos dirás “ese es tu problema”, y yo diré “sí, pero compartido”. Gracias por el chocolate (2000) es un film en donde están todas las “obsesiones Chabrol”: gente de clase alta, conflictos familiares, herencias de grandes empresas, y la muerte, claro. Siempre la muerte. Bueno, la película es increíble (La dama de honor también, por si no quedó claro), tiene un suspenso, una complejidad en los personajes, y un clima de tensión, que asfixia tanto como ese final de homicidio en clima de armonía familiar que es intragable como el chocolate de la película. Con esto no quiero decir, como vos sugerís, que espero que Chabrol haga siempre lo mismo. Gracias por el chocolate es diferente a La flor del mal, una película más “fácil de entender”. La dama de honor y La comedia del poder tampoco se parecen y están muy bien las dos. Todas (incluyo esta última) son películas bien diferentes, aunque vayan sobre el mismo eje (diseccionar a la clase alta francesa y sus miserias, la temática que Chabrol más insistentemente abordó en sus 50 años de carrera). Lo que quiero decir es que este tipo SABE FILMAR, y sabe hacer buenas películas. Entonces no entiendo (y protesto, y a veces me saco) cómo puede haber hecho esta película.

Si de algo me puedo jactar (aunque a casi nadie le importe) es de defender a los directores que arriesgan entre película y película. Hace 4 o 5 años los hermanos Coen estrenaron una comedia romántica que se llamó “El amor cuesta caro”, protagonizada por Catherine Zeta-Jones y George Clooney. Imaginate la reacción de algunos críticos... Los tipos venían de hacer cosas increíbles como Fargo, Dónde estás hermano, o El hombre que nunca estuvo. Y pasar de ahí a filmar un género “menor” como es la comedia romántica es algo que muchos no les perdonaron. A mi la peli me encantó. Y me pareció muy valiente jugarse las credenciales otorgadas por los “legitimadores de obras” con una película tan sencilla y tan brillante. Por el contrario, cuando este año se estrenó la última de Wong Kar-Wai (My blueberry nights) casi vomito. El mismo tipo que filmó Happy Together (la historia de los dos putos chinos que vienen a Buenos Aires, ambientada en una novela de Puig), Con ánimo de amar, y 2046, filmaba por primera vez en EE.UU. La película es una mierda, casi tan obvia como la de Chabrol, pero con metáfora: las relaciones amorosas son como los pasteles. ¿Vos podés creer que muchos felicitaron a WKW por “no venderse al mercado yanqui”, y por “haber mantenido sus convicciones”? ¿No hubiera sido interesante que un tipo que filma en Hong Kong, con actores de allá, y con las problemáticas de ese lugar, mostrara algo diferente cuando se traslada a filmar al otro extremo del planeta?

Bueno, a diferencia de esos críticos (que sí piden a los directores que hagan lo de siempre porque así son más fáciles de encasillar y entonces podemos hablar de “Nuevo cine argentino”, de “Cine sensible”, o de “Film noir tardío”) a Chabrol no le pedí que hiciera de nuevo Gracias por el chocolate o La dama de honor. Para eso voy al video club y las alquilo. Lo que le pedí es que hiciera una buena película, desde mi lugar de espectador, sabiendo que tiene la capacidad y los elementos para hacerla. Y no la hizo, por eso me enojé. Porque no la hizo, y porque la peli –y esto me parece nodal- nunca es lo de menos.

Después está el tema de la forma en que lo planteé. No era la primera vez que en Rastros criticábamos mucho una peli (de mi parte lo hice este año con My blueberry nights, La rabia, de Carri, La ronda, de Inés Braun, y alguna otra), pero sí fue la primera vez que se me salió la cadena. O que yo decidí que se me saliera. Cuando digo que Chabrol es un viejo pajero es porque realmente lo pienso, realmente creo que poner a Ludivine Sagnier en bolas vestida de pavo real en una película donde la mayoría del sexo está fuera de campo es de viejo pajero. Lo que sucede es que muchas veces pienso cosas de ese tono pero no las digo de esa manera, sino que busco –justamente- alguna metáfora, alguna sutileza. Le respondí a Chabrol en los mismos términos en que él presentó su última peli. Ahí puedo haberme equivocado, y puedo haber resultado contradictorio. Lo acepto. Pero ojo, eso no es facilista, ni es criticar por criticar. Porque cuando yo digo que el argumento de una película es malo, cuando digo que se equivoca en la construcción de los personajes, cuando digo que si el sexo queda siempre fuera de campo es insólito que muestre una tirada de goma a diez minutos del final de la cinta, y cuando digo que las situaciones están mal resueltas en su temporalidad (el comienzo es eternamente extenso y el desenlace es infinitamente rápido), no estoy “criticando por criticar”, sino argumentando por qué la película me parece un mamarracho y por qué la gente que escucha el programa tendría que elegir otra película para ver en lugar de esta.

Esto puede incomodar, puede pasar desapercibido, o puede gustar. Eso no lo puedo controlar (por suerte). Lo que sí puedo controlar es el intento de generar una reacción. Hay modos y modos. Chabrol lo logró conmigo, ¿se sentiría contento de eso? Yo lo logré con vos. Y aunque vos te hayas puesto de mal humor un rato escuchando lo que decía, y yo tenga que ponerme a pensar hasta qué punto algunas contradicciones mías invalidan una opinión, lo cierto es que el resultado de eso es este intercambio de mails (y antes de chat). En 72 programas de Rastros de Carmín apenas si lo logré 1 o 2 veces (cuando el intercambio es uno de los objetivos del programa). Jamás se me hubiera ocurrido que el disparador fuera una película tan mala.

Gracias de nuevo por el mail. Quizás la sigamos, quizás no. Lo que podemos hacer si querés es juntarnos a ver algunas de las pelis mas viejas de Chabrol comiendo una torta o tomando un moscato.

Besos



El 5 de agosto Juan vuelve a escribir, por la mañana

Gracias. Yo prefiero no hablar más del tema. Tal vez me hubiese gustado que recibieras lo que yo sentí para una construcción o mirada propia sobre lo que te estuve criticando. Pero tampoco tenés que hacerlo.

Y no fue la pelicula lo que desencadenó el ida y vuelta de opiniones. sino lo que yo percibí de tu actitud. Se ve que no lo tenés tan claro.

Si provoco, ¿con qué fin provoco? ¿y a qué costo?, si no está claro para qué se provoca, se ve más que nada, una situación caprichosa y pedante. Al menos en base a lo que puedo construir. Tal vez me faltan unos dedos de frente, que se yo.

Pienso que al fin y al cabo, uno se relaciona como quiere con las cosas. Me parece una estupidez la generalización de ideas, sólo por que uno tiene el dote de desenvolverse en una crítica que sea entretenida de escuchar o leer y de alguna manera con el permiso de provocar.

" " , abcde, ... Siempre espero que seas espontáneo conmigo, éstas cosas de nota de diario, me dejan un poco afuera.

Abrazo.



Contesto el mismo día, a la tarde

De verdad, creo sinceramente que una crítica en voz baja, casi a media tinta, con un director como éste y con lo que representan sus orígenes y su filmografía, era insuficiente. Yo hubiera sentido que no fui hasta el fondo, y en este caso necesitaba llegar hasta ahí. Quizás no fue la decisión más inteligente, quizás no es lo que más te guste escuchar, pero era lo que precisaba. Me cuesta separar mi "actitud" de la película, como vos hacés, y quizás por eso no tenga tan claro lo que me criticás.

El por qué provoco con ésta película intenté dejarlo claro en los primeros 5 párrafos de lo que te mandé anoche. (Ah, los subrayados y encomillados son mañas, eso no merece mayor importancia).

Besos y gracias de nuevo, estos intercambios me sirven para pensar(me) y replantear(me) algunas cosas, aunque no lo creas.



¿Continuará?



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2 comentarios:

Anónimo dijo...

interesante

para pensar...

Anónimo dijo...

Digo, ninguno de los dos planteó de manera explícita cuál es el límite ético (si lo hay) de la provocación