6.3.09

Víctor Érice por Víctor Érice (parte 2): El sol del membrillo


De un reportaje realizado por Elsa Fernández Santos, titulado "Los buscadores de la luz. El cineasta Víctor Erice y el pintor Antonio López, frente a frente en el filme 'El sol del membrillo'", publicado en la sección Cultura del diario "El País", de Madrid, el 3 de mayo de 1992.


No fue fácil para Víctor Erice amoldar sus pautas de rodaje a la tarea de un pintor tan peculiar como Antonio López. Cuenta el cineasta: "Tuve que respetar todo lo posible su forma de trabajar. Por una sencilla razón: el trabajo de Antonio, su relación con el modelo, es el eje de la película. El modelo, en este caso, era nada menos que un árbol, es decir, un ser vivo que evoluciona en el tiempo, que tiene un movimiento propio, exterior e interior".

Tampoco fue sencillo ajustar el trabajo colectivo de un equipo de cine -aunque tan sólo fuera de ocho personas- a la cadencia de un trabajo solitario. Dice el cineasta: "La relación de Antonio con el árbol era una relación solitaria, que se modificaba sustancialmente a partir del momento en que junto a él había una cámara rodando. Aunque procuré que su presencia fuera lo más discreta posible, es un fenómeno imposible de evitar. Y que de algún modo hay que aceptar. Ahí está, en parte, la explicación de algunas de las imágenes últimas de la película".

Víctor Erice habla pausadamente, con voz susurrada, con gravedad y seriedad: "estilo de Antonio está basado en la exactitud. Introducir en su pintura del árbol un efecto de sol resultaba muy problemático. Los rayos del sol daban directamente en el membrillero de una manera fugaz, durante dos cortos espacios de tiempo, uno por la mañana y otro por la tarde. Antonio dice que nunca ha pintado un frutal al sol. Es un tema que presenta grandes dificultades, sobre todo en la época en que rodábamos la película. Y la manera en que Antonio se planteó esa tentativa fue de las cosas que más llamaron mi atención. Porque lo hizo con una tensión razonable, sin darle mayor importancia. Una actitud que me parece llena de sabiduría".

"Envidio al pintor", dice el cineasta. "El ojo humano es maravilloso. Y las manos. La pintura está en los orígenes de la cultura y la civilización. Antonio López, en cierto modo, está mucho más cerca del hombre de Altamira que yo, eso es evidente y dicho sea con humor. El cine tiene un poquito menos de un siglo de existencia y, sin embargo... A veces tengo la sensación de que es un lenguaje, sobre todo, de la decadencia. Esto viene a cuento porque, en una ocasión, durante el rodaje de la película, Antonio y yo hablamos de la rapidez con que el cine ha envejecido, sobre todo si lo comparamos con otros lenguajes, consumiendo etapas a una velocidad vertiginosa".

Erice recuerda lo que Antonio López le dijo en aquella ocasión: "Lo que pasa, Víctor, es que el cine nació cuando el hombre ya era muy viejo". El cineasta comparte esta idea del pintor: "Es cierto", dice. "Aun sintiéndolo, yo nunca había llegado a expresarlo de una forma tan clara. La frase de Antonio me impresionó. Refleja algo en lo que he pensado con frecuencia. Es muy curioso. Porque siempre se presenta al cine bajo una imagen positiva, juvenil, apolínea. Y, sin embargo, el cine se muestra especialmente capacitado para captar todo aquello que se desvanece, lo más fugitivo que existe: el tiempo."

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