22.4.07

Nos vamos poniendo al día


Hola gente!

Acá estamos de nuevo, subiendo los programas. Ya subimos el 3ero y hoy, apenas terminemos nuestra 5ta emisión, estarán todas subidas.


Al pie del posteo queda una nota-dossier sobre Lionel Soukaz. Estén atentos al blog porque pronto, muy pronto, podrán escuchar completa la entrevista que le hicimos.


La imagen que les regalamos arriba es de Cillian Murphy, protagonista de las últimas de Danny Boyle (Exterminio, Sunshine), y de otras buenas pelis como Desayuno en Plutón y El viento que acaricia el prado. Escuchen nuestro 5º programa que vamos a hablar de Sunshine: Alerta solar.


Nos seguimos escuchando. ¡Buena salud y mal instinto!




Especial: Lionel Soukaz
El deseo en pie

En cuanto ves a un muchacho atractivo en un rincón, inmediatamente hay un centro y una periferia, y eso produce una imagen: la presencia de un muchacho crea una imagen.
(Serge Daney)

Lo primero para hacer la revolución es ir bien vestida
(Severo Sarduy)


Hasta hace unos días el nombre de Lionel Soukaz nos resultaba desconocido a casi todos. No, no importa si Copi, aquel renombrado actor, y dramaturgo argentino, está presente en muchos de sus films. Recién con su participación en el último Festival Internacional de Cine Independiente en Buenos Aires, sumada a una acertada retrospectiva de su vasta filmografía, se volvió un secreto a voces. Y también una de las miradas más encarnizadamente anárquicas sobre el sexo y otros tabúes de fin de siglo.
El cine de este francés clase ´53 puede tildarse de “revolucionario”. Pero ojo, a no asociarlo con algunos de los oxidados discursos setentistas que todavía resuenan anquilosados entre algunos realizadores, escritores y cantantes de la escena local. La revolución de Soukaz será sexual o no será nada. Sí, tal cual la soñó Perlongher con su Frente de Liberación Homosexual, o cineastas como Derek Jarman, Rosa Von Prauheim, Pasolini, y, ya en estos tiempos, el canadiense Bruce La Bruce. Cuando las proclamas feministas exigen a viva voz ¡Revolución en la calle, en la casa y en la cama!, la cámara de un verborrágico director de cine acumula más de tres décadas de liberación, censura y una tenacidad en la lucha muy poco frecuentes en el séptimo arte.



Sus films: autobiografía, provocación y censura


En 1979 Soukaz realiza el único film que resulta a la larga un suceso de taquilla. Se trata de Race D´ep, un ensayo en cuatro actos sobre la homosexualidad en el siglo XX. La historia de las fotografías que el barón Von Gloeden le sacaba a bellos mancebos, las investigaciones de Magnus Hirschfeld, a quien se lo conoció en la década del ´30 como el Einstein del sexo, un recorrido por los canales subterráneos de la cultura pop, y una mirada al demasiado convencional circuito de boliches gays de la actualidad, son los mojones sobre los que el director hace foco. Estrenada comercialmente en los EE.UU. con el título Homosexual Century, el film fue calificado como pornográfico en Francia, y no se le permitió la exhibición en el circuito comercial. Esta actitud del Ministerio de la Cultura motivó la inmediata reacción de algunos pesos pesados en el mundillo intelectual galo. Simone de Beauvoir, Jean-Paul Sartre, Gilles Deleuze y Michel Foucault presionaron para que se considerara al film una investigación histórica, logrando de ese modo que se levantara la censura y se pudiera mostrar al público. Claro que con varios cortes en relación con el original, y tan solo en dos salas de cine arte en París.
La respuesta a la censura llegó de la mano de uno de los mejores films en la carrera de Lionel Soukaz. Se trata de Ixe (“Equis”, tal la denominación de la ley que prohibió Race D´ep), un film adelantado a su tiempo, proyectado en pantalla doble, donde una catarata furiosa de imágenes se sucede al ritmo de una música enfermiza. Al borde de lo soportable, con una carcajada final que provoca uno de los momentos de mayor incomodidad que se recuerden dentro de una sala de cine, las temáticas elegidas por Lionel son cuatro: el sexo (gay y explícito), la religión, las drogas y las guerras. A dos flacos cogiendo le sigue una imagen del Papa; a la explosión de la bomba atómica, un joven desnudo en una playa con un perro, y otro inyectándose heroína. La propuesta más radical de Soukaz es también autorreferencial: su propia historia marca que con el dinero que ganó por Race D´ep empezó a comprar drogas, se volvió heroinómano y al poco tiempo contrajo HIV. La línea de lo autobiográfico será profundizada un par de años después, en 1982, con Maman que man. El film comienza con una imagen proustiana: un joven llega a la habitación de su madre enferma y se recuesta a su lado para hablar de cine, letras y amor. En clave de melodrama, con una estética cercana a La ley del más fuerte o Querelle, de Fassbinder, es quizás su más lograda aproximación al cine de ficción. Siguiendo la idea de Lezama Lima, “deseoso es aquel que huye de su madre”, podemos decir que Lionel aprendió muy bien esa lección.
Pero las obsesiones de Soukaz son muchas. El sexo entre hombres es una ruta harto transitada en sus cintas. A veces por provocación, otras por necesidad, y siempre con la convicción de que el sexo es política, sus películas lindan con lo pornográfico. Lionel no reniega de ello, y responde a los que le critican que las películas porno “son todas iguales”. “Creo que sobreestiman demasiado las aparentes diferencias entre las situaciones dramáticas o cómicas que les toca atravesar. Cada cuerpo distinto de un joven, cada curva de una pija o cada culo que filmo, representa una experiencia nueva, vital y fascinante”, da a entender en Boyfriend 2, promediando la década del setenta. La celebración del cuerpo homoerótico -siempre con una histérica puesta en escena, producto de los escasos minutos de registro que le permitían sus cámaras- es una de las armas que mejor maneja Soukaz para declarar su revolución.



El orden de los cuerpos


Perlongher decía que no tenía claro qué era lo más devastador del SIDA: si los efectos en el plano de los órganos físicos, o los discursos en torno a la enfermedad, que imponían severas restricciones sobre los cuerpos y sus pasiones. Lionel juega a dos puntas. Por un lado, es uno de esos ejemplos que la medicina consideraría un milagro: hace más de veinte años que convive con el virus del HIV sin que éste le impida llevar la vida que quiere y sin necesidad de tomar una sola pastilla. Claro que sus amigos no tuvieron la misma suerte, y en estos años debió ver el deterioro y la muerte de varios como consecuencia de la epidemia. En RV (1994) construye la historia de los últimos días de Rubén, su pareja por más de una década, a través de imágenes fotográficas y canciones tristes, siguiendo el deterioro de su organismo en primer plano. El SIDA es política, dice Soukaz. Mostrarlo es política. Exhibir su rostro es política. En concordancia con Perlongher concluye que no sólo el virus hace estragos: también algunos discursos, también algunos extraños silencios.



Modelos: el espejo tiene mil caras


Además de Fassbinder hay otros directores que sedujeron a Soukaz en su adolescencia, cuando la cinemateca de París era su primer hogar. Un chant d´amour de Jean Genet, aquel film sobre el encierro y la propia vida, lo marcó para siempre. Algo similar le ocurrió con los films de Pasolini, admirado por Soukaz, y sobre quien realizara un incorrecto mediometraje el año pasado. Otro referente es el inglés Derek Jarman, uno de los más interesantes directores de films con temática gay. Observen el primero de los episodios de Race D´ep y no tardarán en encontrar puntos de conexión con Sebastiane, film que Jarman realizara un par de años antes, en 1976. No es el único nexo: el británico también se dedicó a filmar(se) con sus parejas y amigos, dándole al cine la posibilidad de registro, memoria y construcción de identidades, tanto individuales como colectivas.
Rosa Von Prauheim es otro de los cineastas que Lionel tiene como influencia. En el film No es perverso ser homosexual, perverso es el contexto (1970) hay una conexión -desde el histrionismo, la inocencia, el humor y cierta misoginia- entre ambas miradas sobre las sub culturas que conviven dentro del universo invertido. Casualidad o no, dos décadas después Von Prauheim también hizo un film sobre Magnus Hirschfeld (El Einstein del sexo, 1999), aquel personaje que Soukaz retratara en el segundo episodio de Race D´ep.



Censura y neo-censura


Pese a que habla tres idiomas en la misma frase Soukaz se da a entender. No importa si uno no maneja francés, sólo se necesita seguir sus gestos, la expresión de su cara, sus manos, o la melancolía de su mirada. Trata de entender por qué en Buenos Aires se hace una retrospectiva de su filmografía, por qué la gente se queda hasta el final de las proyecciones viendo sus “experimentos”, por qué lo aplauden. Se emociona. Pasaron casi treinta años desde que la Quincena de cine homosexual que organizó en París fuera interrumpida por la policía y terminara con él entre rejas. Esa forma de prohibición hoy ya no lo hostiga tanto. Sin embargo sus films rara vez se exhiben fuera de Francia. ¿Por qué? “Un distribuidor me dijo que quería hacer un DVD con mis películas, pero que tenía que sacar las partes donde había niños desnudos, y también aquellas donde sonaban canciones de The Beatles, porque yo no pagué un centavo por los derechos. El resultado era una película que en lugar de una hora y media duraba veinte minutos. En 1979 sufría la censura del Ministerio de la Cultura de Francia, y ahora tengo que soportar la de los distribuidores de películas. Bueno, basta. Yo soy mi propio distribuidor. Si alguien quiere mis películas que me las pida y yo se las doy.” ¿¡Perdón!? ¿Un director ofreciendo su material, sin cuestionamientos y sin pedir que vayan “del cajón al DVD y del DVD al cajón”? Créanlo. Puedo dar fe. Son siete discos. Casi cincuenta películas.



Cine: el arte del presente


Soukaz sabe que muchas batallas se perdieron. El hecho de que existan bares y boliches gays no es un avance ni una conquista de derechos, sino, por el contrario, la delimitación y territorialización del circuito del deseo, una de las expresiones más cabales del neo-fascismo. A sus 54 años sigue dando batalla. Frente a un mundo que ignora a los enfermos de SIDA por considerarlo el justo castigo por elegir una vida hedonista, él planta su cámara y registra su inmoralidad. Hace lo mismo con los negros que rapean en Francia, o con los palestinos que luchan por su espacio. Su cine defiende algo que se puede considerar utópico: que las minorías dejen de ser consideradas así. Alguien dijo alguna vez, no sin razón, que si se suman las diferentes “minorías sexuales” darían como resultado una abrumadora mayoría. Lionel les da vía de expresión, no desde el lugar del antropólogo, ese observador que estudia un objeto con la distancia que su ciencia requiere, sino desde su lugar participante. Y levanta las banderas libertarias sin rancios discursos, sin renuncias a sus convicciones y sin pedirle permisos a nadie.
Serge Daney, crítico y amigo de Soukaz, decía que hay muchas cosas importantes en el destino de los pueblos que no pueden volver porque en rigor nunca se las vio. Lionel era para muchos un cineasta secreto. Llegó la hora de darlo a conocer como lo que realmente es: ni más ni menos que un héroe.


Gonzalo Beladrich
Abril 2007



Referencias


Daney, Serge. Perseverancia. Ediciones El Amante. 1998
Perlongher, Néstor. Prosa Plebeya. Ediciones Colihue. 1997
Soukaz, Lionel. 10 x 2: Cómo ser un cineasta revolucionario. En Sin Aliento. Año 6, nº 10
Buenos Aires 9º Festival Internacional de Cine Independiente. Catálogo.


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