11.5.08

A retomar desde el principio


No haré en esta película ninguna concesión al público. Varias razones excelentes justifican a mi entender tal conducta; y las voy a decir.

Ante todo es harto notorio que no he hecho en ninguna parte concesiones a las ideas dominantes de mi época ni a ninguno de los poderes existentes.

Por lo demás, sea cual sea la época, nada importante se ha comunicado tratando con miramientos a un público, aunque se compusiera de contemporáneos de Pericles; y en el espejo helado de la pantalla los espectadores no están viendo en este momento nada que recuerde a los respetables ciudadanos de una democracia.

He aquí lo esencial: este público tan enteramente privado de libertad y que lo ha aguantado todo merece menos que ninguno ser tratado con miramientos. Los manipuladores de la publicidad, con el cinismo tradicional de quienes saben que la gente se ve llevada a justificar las afrentas que no venga, le anuncian hoy en día tranquilamente que “cuando se ama la vida se va al cine”. Pero esta vida es tan poca cosa como este cine; de ahí que sean efectivamente intercambiables de modo indiferente.

(...)

Así pues, dado que el público de cine ha de pensar ante todo en unas verdades tan duras, que tan inmediatamente lo conciernen y que tan generalmente se le ocultan, no puede negar que una película que le haga de una vez el rudo favor de revelarle que su mal no es tan misterioso como cree y que tal vez no sea ni siquiera incurable, con tal que sólo consigamos un día la abolición de las clases y del Estado; no se puede negar, digo, que semejante película tiene mérito por lo menos en eso. No tendrá otro.

En efecto, este público que quiere dárselas de entendido en todas partes y que en todo justifica lo que ha sufrido, que se resigna a ver cómo el pan que come y el aire que respira van volviéndose cada vez más repugnantes, lo mismo que sus carnes y sus viviendas, no refunfuña ante el cambio sino cuando se trata del cine al que está acostumbrado; y entre sus costumbres parece ser ésta la única que se ha respetado. Hace mucho que quizás nadie más que yo lo haya ofendido en este punto. Pues todo lo demás, incluso modernizado a veces hasta inspirarse en los debates que la prensa ha puesto de moda, postula la inocencia de semejante público y le muestra, según la costumbre fundamental del cine, lo que sucede a lo lejos: distintas clases de estrellas que han vivido en su lugar y a las que el público contemplará por el ojo de la cerradura de una familiaridad canallesca.

El cine del que estoy hablando es esa imitación insensata de una vida insensata, una representación ingeniosa en no decir nada, hábil en engañar durante una hora el aburrimiento mediante el reflejo del mismo aburrimiento; esa floja imitación que se deja engañar por el presente y que es el falso testigo del porvenir; que por medio de muchas ficciones y de grandes espectáculos sólo consigue consumirse inútilmente amontonando imágenes que el tiempo arrastra. ¡Qué respeto infantil por las imágenes! Tal respeto le sienta bien a esa plebe de las vanidades, siempre entusiasta y siempre decepcionada, sin gusto porque no ha tenido ninguna experiencia afortunada de nada, y que no reconoce nada de sus experiencias desafortunadas porque carece de gusto y de coraje: hasta tal punto que ninguna clase de impostura, sea general o particular, jamás ha logrado colmar su credulidad interesada.

Después de todo lo que cada uno ha podido ver, ¿se puede creer que entre los espectadores especializados que sermonean a los otros haya todavía tarados capaces de sostener que una verdad enunciada en el cine tiene algo de dogmática si no se la demuestra con imágenes? Por lo demás, los criados intelectuales de esta temporada llaman envidiosamente “discurso del amo” al que describe su servidumbre; en cuanto a los ridículos dogmas de sus patronos, se identifican con ellos tan plenamente que ni los conocen. ¿Qué habría que demostrar con imágenes? Nunca se demuestra nada sino por el movimiento real que disuelve las condiciones existentes, es decir, la organización de las relaciones de producción de una época y las formas de falsa conciencia que han crecido sobre esa base.

Nunca se ha visto derrumbarse ningún error por falta de una buena imagen. Quien crea que los capitalistas están bien preparados para administrar cada vez más racionalmente la expansión de su felicidad y los variados placeres de su poder adquisitivo, reconocerá aquí unas cabezas competentes de hombres de Estado; y quien crea que los burócratas estalinistas constituyen el partido del proletariado, verá allí unas hermosas cabezas de obreros. Las imágenes existentes no demuestran sino las mentiras existentes.

Las anécdotas representadas son las piedras de la que estaba hecho todo el edificio del cine. No se encuentra en ellas otra cosa que los viejos personajes del teatro, sólo que situados en un escenario más espacioso y más móvil, o de la novela, sólo que con ropa y entorno más directamente sensibles. Lo que ha hecho que el cine sea así no es una técnica sino una sociedad. El cine podría haber sido examen histórico, teoría, ensayo, memorias. Podría haber sido la película que estoy haciendo en este momento.

He aquí, por ejemplo, una película en la que no digo nada más que verdades sobre imágenes que son todas insignificantes o falsas; una película que desprecia este polvo de imágenes del que está hecha. No quiero conservar nada de este arte caduco, excepto quizás el contraplano del único mundo que tal arte ha contemplado, y un travelling sobre las ideas pasajeras de una época. Pues sí: me halago de hacer una película con cualquier cosa; y me parece chistoso que se quejen de eso quienes han permitido que se haga cualquier cosa de su vida entera.

Guy Debord
In girum imus nocte et consumimur igni (1977)
Publicado por Ed. Anagrama (2000)

1 comentario:

Juan dijo...

Quizas sean medio difíciles de ver (especialmente la película de Isou) pero acá les dejo 2 links de ubuweb (excelente página) para todos aquellos que les interese ver (cronológicamente?) cómo desde 1951 hasta 1973 el Letrismo (donde Debord comenzó) y el Situacionalismo (derivado del primero) se desarrollaron y cómo influenciaron muchos autores y movimientos.

http://www.ubu.com/film/isou.html
http://www.ubu.com/film/debord.html

Isou y Debord, entre otros, son base para los estudios que estoy realizando actualmente y los que seguiré en los próximos años, así que gracias por el programa y esperemos poder seguir estos planteos y sus correspondientes ideas en el futuro.