18.5.09

"La sangre brota" y la polémica acerca del virtuosismo: ahora opina Daniel Melero


En el programa 112 de Rastros de Carmín hablamos de La sangre brota (2008), nuevo largometraje de Pablo Fendrik. Y estalló la polémica. ¿Alcanza con el virtuosismo para hacer un buen film? Una parte del debate la hicimos al aire (acá podés escuchar el programa). Otra parte sigue a continuación, y el que opina es ni más ni menos que Daniel Melero.



Daniel Melero: "La técnica es hija bastarda del talento"

Una de las peores cosas que le pasó a la música en los últimos tiempos fue el hecho de quedar en manos de músicos entrenados y adiestrados, con un alto índice de acrobacia en la ejecución. Como la técnica es hija bastarda del talento -un reemplazo biónico-, a la obra que es puramente resultado de ella le faltan átomos para ser arte, está incompleta. Es como la reproducción estructural de algo que fue arte en un momento dado, y que después fue estudiado y desmenuzado para aprender sus proporciones. Estos músicos implementan técnicas para crear en base a los logros que un artista produjo alguna vez.

Un artista puede tener intenciones, pero generalmente cuando obtiene una obra de arte es porque no las concretó. La concreción tiene que ver, por un lado, con la capacidad de ejecución, con la técnica; por el otro, con procedimientos ya probados y concepciones ya reconocidas. Entonces, lo peor de que todo llegue precisamente al lugar donde se supone es que se arriba al "buen gusto", al pasado.

La artesanía es un zombie del Arte. Toma una forma que en su momento fue arte con el fin de reproducirla infinitamente como un clono de menor resolución que el original. Me imagino que alguna vez hubo un coya que hizo una vasijita realmente increíble y admirable. Hoy existe un mercado de vasijas coyas. Con el rock' n' roll sucedió lo mismo, e incluso con cierta música tecno que ya está hiperclonada.

Si la artesanía depende del pasado, del "buen gusto", entonces el arte tiene que ver con lo siempre nuevo. Para la artesanía uno ya está preparado, sabe de antemano cómo consumirla. Pero en el caso del arte, lo más fascinante es que no se llegue a enmarcar en los parámetros establecidos, que traicione nuestra información.

Los discos que más me gustan son aquellos en los cuales está tan poco claro lo que hay que hacer con ellos, que habilitan muchos usos posibles. Por eso, cuanto menos definida y dirigida sea la funcionalidad de una obra, mejor.

(Extraido de http://recoleccionvacia.blogspot.com/2008/03/120692.html)



¿Continuará?

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