21.11.08

Posteo especial: Dani Umpi escribe sobre la figura del año



Por qué Cumbio fue la figura del año
por Dani Umpi

¿Alguna vez intentaron explicarle a un extranjero lo que es un flogger? Lo de que se conocen entre ellos por internet lo entienden perfectamente, pero el resto no tanto. Es que el "look flogger" es un concepto que sólo existe y puede comprenderse en estas latitudes y en este año. Ya en Chile es otra cosa. Ese peinado, esos colores y esos pantalones se usan en todas partes. Es la "moda" en el sentido más obvio, generalizado y simplista. Un adolescente catalán y otro venezolano que van a un shopping a comprarse algo de onda probablemente salgan con los mismos chupines. El "pasito flogger" no es más que una variante económica del tecktonik popularizado en los últimos años y que ya no sorprende a nadie. Nunca antes en este rincón del mundo una tendencia mundial, frivola y cortoplacista, fue encasillada como sector social, etiquetada como "tribu urbana". Nunca la moda fue estigmatizada a tal punto, pero ese no es el único mérito de estos simpáticos chiquilines.

Lo que más me ha interesado es el encare de la prensa ante el fenómeno. No me sorprendió el trato de conejitos de indias que les dio la tele ante la simple necesidad de rellenar baches de contenidos. Lo mejor fue la reacción de las revistas especializadas en "tendencias". Incluso en los artículos más amistosos siempre se les bajó una línea, quizás de un modo no tan cruel como el que recibieron los emos, pero el sarcasmo se hacía notar. El encare siempre terminó siendo el de una vieja chota escandalizada que sólo podía burlarse de sus tics con ese humor canchero propio del treintañero resentido con algo de cultura general. Eso, los floggers convirtieron a todos en viejas chotas. Un shock. Una generación que creció sin interesarse en lo más mínimo por lo que esas revistas les proponían y ahora, por ejemplo, las marcas se desviven por vestirlos. Son el espejo que hizo que todos se dieran cuenta que ya estaban viejos, que tal vez otro más joven debía hacer su trabajo, tal vez otras tendrían que ser sus preocupaciones y había que asumir la panza, las entradas, la edad, esa vida malgastada sin haber llegado a nada y un montón de cosas molestas. Se terminó. No podés seguir sosteniendo el cartelito de joven por más tiempo, aunque siempre queda eso de “ser joven de espíritu”, claro. El mundo es de otros y tenés que meterte todos esos disquitos ya sabés dónde. Todo eso que a vos te gusta, ya no interesa. Ya no t epiden la cédula para entrar a un boliche.

Los floggers hicieron que incluso el coolhunterismo sea una actividad obsoleta, innecesaria y desubicada de veteranos. No necesitaron leer blogs hipsters ni informarse sobre las tendencias de Londres. No saben qué es Cansei de Ser Sexy o quién es Harmony Korine. Están totalmente en otra y sin culpa. Es una generación que hizo un punto y aparate aún más drástico que los emos que, de última, siguen cánones y caminos de generaciones anteriores de forma consciente. O sea, el hecho de que estéticamente los floggers (acá se los puede llamar “glams”) sigan una lógica ochentera o de newraver es sólo un detalle porque no tienen consciencia del origen, no es un revival, una relectura o algo así. Al lado de Cumbio, chicas como Cory Kennedy, la propia Ana Voog o fenómenos como Lonelygirl15, parecen las tías chochas que cagan la fiesta haciéndose las graciosas. Cumbio ni siquiera necesitó ser modelo como Lebart para alcanzar la popularidad y eso la hizo única. Es el ícono más independiente y autogestionado que conozco y lo logró sólo con su imagen y su olfato. Sólo necesitó "ser". Por eso es el personaje del año. Como nueva líder, portavoz, ícono generacional, formadora de opinión desarrolló un talento asombroso e inusual para convocar y retener multitudes. Lo hizo desde lo virtual y con una vacuidad por la que pocos apostarían hasta descentralizar las coordenadas. Odio y amor. Odio, porque lo logró “siendo nadie”, desde el lugar más insólito. Amor, porque… no se sabe. ¿Por qué aman a Cumbio? ¿Por qué uno mismo gasta horas mirando sus fotos, los cambios de color de su mechón, la ropa que usó en los últimos años y que fue de la feria americana a la remera oficial sin necesitar un cuerpo estilizado, su corte de estrellas, Coqui, Gazabril y “su séquito de vana idolatría”? ¿Carisma? ¿Marketing doméstico? Cosas que no se explican. Podría decirse que Cumbio es una chica como cualquiera, pero es falso.

Es un fenómeno que sólo puedo existir en el Río de la Plata y que sólo tiene sentido aquí. Obtuvo logros importantísimos. La gente que trabaja y lucha contra la discriminación sexual le debe mucho. Le debemos mucho. Gracias a ella y sus fotitos miles de adolescentes son más tolerantes hacia los homesexuales y muchos de ellos pueden vivir su sexualidad sin complejos. Algo impagable, que no lo logró ninguna ONG o campaña pública. Demostró también que los adolescentes son inteligentísimos y tienen todas las armas y los medios para liderar. Generó un mundo aparte que nos vuelve extranjeros a todos. Aparte, no molestan a nadie, a no ser a los del shopping, pero si compraran más en sus locales no habría tantos problemas. La única reacción del Sistema fue hacer que la DGI corra tras Cumbio para que pague los impuestos por el dinero que está recibiendo. Desde acá le digo: Cumbio, no pagues nada.

God shave the queen.
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