3.9.07

La pieza que faltaba




Memoria Maldita

En M, su ópera prima, Nicolás Prividera trata de armar el rompecabezas de su madre, desaparecida en marzo de 1976. El film, ganador en el último Festival de Cine de Mar del Plata, escapa a la tragedia personal y se vuelve una lúcida mirada sobre las grietas en los discursos acerca de los ´70.


Como en El Ciudadano, de Orson Welles, la primera secuencia de M es un alambrado. Nicolás Prividera cuenta que en el intento de reconstruir la figura de su madre (Marta, una de las tantas “M” del título) se encontró con rejas, carteles de “no pasar”, y una infinidad de obstáculos que suponía pero no quería corroborar. Marta Sierra era una empleada del INTA, en Castelar. Fuera de su horario laboral daba clases en la escuela Eva Perón, que funcionaba dentro del mismo predio. Cinco días después del golpe de estado fue secuestrada de su vivienda, donde se encontraba con licencia por maternidad porque había dado a luz dos meses antes. Nicolás inicia la reconstrucción de su historia, transitando un camino sinuoso, siguiendo huellas cada vez menos nítidas, casi imperceptibles.

“Hay demasiadas Memorias y pocas Historias”, da a entender tratando de generar una conciencia que no sólo hile recuerdos y acontecimientos, sino que además le imponga un nuevo sentido. Desde ese lugar, M es un elemento extraño en el grupo de películas sobre los ´70: propone una mirada crítica hacia el actuar de cada miembro de la sociedad, y trata de escapar a la cómoda lógica de “los dos bandos y la gente común”. ¿Acaso era posible no estar involucrado en el clima de efervescencia política que se vivía en aquel entonces? ¿No es que todos tienen algo para contar? “Para que haya una Historia es esencial la transmisión crítica de la experiencia. Quienes actuaron deben explicar el sentido de sus actos para que no seamos una generación doblemente huérfana: la que perdió a sus padres, y la que perdió la oportunidad de escribir esa Historia y confrontarla con la anterior”. A partir de allí toma decisiones estéticas coherentes con esa lógica, como la renuncia a la voz en off, la total ausencia de música, o los intertítulos que inundan cada capítulo del film. Y reafirma el lugar del cine como espacio para que los desaparecidos aparezcan: una serie de fragmentos de films en súper 8 muestran a Marta en reuniones con amigos, comiendo un asado o hasta jugando con el propio Nicolás. Lo que habitualmente se exhibe como una abstracción, o una foto carnet en blanco y negro, acá se hace bien visible. “Para convertir la cifra en tragedia necesitamos devolverle su humanidad”, concluye Nicolás citando a Todorov.

Si M es un film necesario es porque goza de una irreverencia poco común en el panorama documental actual. No se queda atascado en la fetichización de la memoria. No se queda cruzado de brazos cuando ve que el mismo Estado terrorista que se apropió de su madre le ofrece hoy burocracia y doble discurso. Y abre el juego para que cada uno de los actores sociales se haga cargo de sus acciones. “Veo que siempre se defiende lo actuado, desde el lugar del dogma o del relativismo, y así no hay espacio para un verdadero debate”. Mientras ese debate no se produzca, los alambrados seguirán custodiando una memoria maldita.


“M” (Argentina, 2007, color, 140´)
Escrita y Dirigida por Nicolás Prividera
Distribuidora: 791 cine
Fecha de estreno en Argentina: Jueves 30 de agosto de 2007

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