Vil romance, dirigida por José Campusano, desembarca en la ciudad balnearia, luego de que en años anteriores su realizador participara en el certamen marplatense con los mediometrajes Bosques y Legión, tribus urbanas motorizadas.
Vil romance tiene como protagonista a Roberto (Nehuén Zapata), un joven gay que se encuentra sin trabajo y vive con su madre y con su hermana. El muchacho entabla una relación con Raúl (Oscar Génova), un hombre de unos cincuenta años que lo seduce de una manera que Roberto nunca había experimentado. Ambos comienzan a convivir en casa de Raúl. Todo parece alcanzar una armonía hasta que Roberto conoce casualmente a César (Javier de la Vega) y lo lleva a la casa de Raúl cuando éste no está. Cuando Raúl se entera de la traición, comienza una espiral de violencia. “El hecho solo de participar ya de por sí te cambia la concepción del cine, y te brinda una serie de posibilidades que estando aislado es muy difícil que conozcas”, dice Campusano acerca de su presencia en el festival, al tiempo que reflexiona: “Soy consciente de que en este o en otros festivales importantes hubiera sido muy difícil años atrás entrar con una película de este tenor”. Vil romance se exhibirá hoy a las 22 y mañana a las 16 en el Teatro Auditorium de Mar del Plata.
–¿Cómo nació la idea de Vil romance?
–Investigué a un joven gay que tiene un periplo amoroso bastante violento, muy extremo. A mí me gusta todo lo que es revelador y, de alguna forma, entendí que su vida así lo era. Yo no soy gay pero, en líneas generales, admiro esa entrega, esa voluntad de vivir la vida al extremo. Me parece que es una forma de respetar la vida, de rendirle culto a la existencia. A partir de ahí, con Roberto tuvimos encuentros durante cinco años. Es amigo de mi pareja. Sin ser yo gay, hay cosas mías, muy personales, que también están puestas, y cuestiones de los protagonistas mismos.
–¿Cómo es el nudo de la historia?
–El tema es cómo se enferma una relación y, de hecho, catapulta a los partícipes de esa relación, tanto a los principales como a los que los circundan, y los predispone a la violencia. Los personajes ven lo que quieren ver o se imaginan toda una cuestión más oscura de lo que en realidad es.
–¿Buscó un tratamiento crudo de la historia?
–No intenté ni que fuera crudo ni liviano de concepto, sino que fuera lo que es. No potencié. El mantener la cadencia natural es toda la diferencia. Y eso es lo que intenté hacer.
–¿Qué problemáticas sobre el amor plantea el film?
–La dualidad sexual del hombre mayor que no está totalmente decidido a abandonar su carácter hétero. No hace falta que sean gays. Puede ser también entre un hombre y una mujer: cuando hay una compulsión que, de hecho, no llega a la satisfacción, las alternativas tal vez sean perjudiciales. De hecho, suelen serlo.
–¿Es una historia donde se ponen en riesgo las lealtades?
–En algún punto sí. Hay cosas que marcan mucho al ser: las lealtades, los anhelos, la humillación, el terror. Son cuestiones muy de peso en la vida de cualquiera.
–¿Qué encuentra Roberto en Raúl?
–Cobijo, la posibilidad de una estabilidad, no deambular. Tener un referente diario y no ser un lumpen, un respaldo, un olvidarse de la intemperie, aunque sea por un tiempo, tener un lugar seguro, alguien que lo proteja. Porque, de hecho, el carácter de Raúl es muy fuerte. Es alguien que lo pone a salvo de las contingencias que él ya conoce.
–¿Cuáles son las principales diferencias entre las personalidades de Roberto y de Raúl?
–Principalmente que Roberto es un homosexual superasumido, no tiene ningún tipo de problema en proceder y en descubrir. Y con Raúl hay diferencias de código, ya que Raúl es un homosexual tapado. En un ambiente presidiario sería el que nunca entregaría su sexualidad. El solamente es activo. De ninguna manera va a ser pasivo porque para él “eso es de putos”. Y lo manifiesta así. Y eso llega a un grado de neurosis que deriva en violencia.
–Es una película con muchos personajes. ¿Esto significó una dificultad a la hora de pasar del guión al rodaje?
–No, es más, yo descreo un poco de la actuación y del guión también, porque para mí son bastante limitantes. El cine tiene posibilidades que ni siquiera avizoramos. No creo que haya que tener tan en cuenta el guión y la actuación: hay cosas más allá. Y Vil romance es un fiel reflejo de que fuimos más allá y volvimos con estos aportes que están en la película.
–¿Trabaja con no actores?
–Sí, salvo que el actor tenga toda una cuestión kármica que avale su presencia en el film. Pero si toca de oído y pretende convencerme de que lo que hace es magnífico porque alguna vez escuchó o leyó algo, no me sirve. Prefiero los que pagaron un costo espiritual y emocional por averiguar cosas.
–También presenta en la sección Work in progress del festival su nuevo trabajo, Vikingo. ¿Cómo es la historia?
–Es sobre motociclistas anarquistas que habitan en la zona de Ezeiza, El Jagüel, Montegrande. Muchos de ellos usan triciclos enormes hechos con motores de vehículos. Se visten casi invariablemente de negro y son totalmente irreclutables para la religión, la política o para las cuestiones laborales a las que apuntan otros. Ellos no ven el desarrollo de la persona exclusivamente a través del desarrollo económico. Y la vida que viven es la que eligieron vivir. La película los muestra sin ningún tipo de término medio.
(publicado en http://www.pagina12.com.ar/diario/suplementos/espectaculos/5-11939-2008-11-12.html)
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www.vilromance.com.ar
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